Más de treinta años han pasado desde que la famosa frase “ya están aquí” erizara el vello de los espectadores que desde entonces sintieron escalofríos al ver el ruido blanco del televisor. Una película que generó dos secuelas y una leyenda negra cuando Dominique Dunne, la actriz que interpretaba a la hija mayor de la cinta, fue estrangulada por su expareja a los veintidós años y, sobre todo, cuando Heather O’Rourke, la pequeña Carol Anne, falleció a la temprana edad de doce años debido a una enfermedad intestinal durante el rodaje de la tercera entrega. Estos desafortunados eventos ayudaron también a acrecentar la fama de la película, que en poco tiempo acabó con la etiqueta de película maldita. Sin embargo, esto no supuso un problema para los directivos a la hora de fraguar el remake que ahora llega a nuestras pantallas.
La historia de Poltergeist nos presenta a Eric (Sam Rockwell) y Amy Bowen (Rosemarie DeWitt) que junto a sus tres hijos Kendra, Griffin y Madison se ven obligados a mudarse a un nuevo vecindario cuando Eric pierde su empleo. Tras el difícil primer contacto con su nueva casa, la familia empieza a adecuarse al nuevo entorno con aparente normalidad hasta que pequeña Madison empieza a comunicarse con unos misteriosos seres que parecen habitar la casa. A partir de ahí la presencia fantasmal va en aumento y la cinta sigue el esquema de la original actualizando los momentos más aterradores: tenemos árbol, payaso, cucharas que se doblan y televisores estáticos. No hay novedad en cuanto a los acontecimientos que tienen lugar pero sí ciertas actualizaciones y variaciones como el personaje de Carrigan Burke (Jared Harris), una especie de Iker Jiménez que es, sin duda, el personaje más carismático del film. Los momentos de terror de la cinta, a pesar de ser ya conocidos, están muy bien actualizados y consiguen sorprender, concretamente el infame payaso, que sigue dispuesto a traumatizar a una nueva generación de críos. El punto débil entra en lo de siempre, las nuevas tecnologías le hacen un flaco favor a la cinta cuando se utilizan en exceso y en ocasiones la insinuación es más efectiva que lo explícito, sin embargo estos fallos no resultan sangrantes y la cinta tiene más aciertos que errores, aunque bien es verdad que muchos de ellos son gracias a la obra original en la que se basa.
Esta cinta es, en resumen, un buen ejemplo de remake bien hecho, correctamente hecho al menos. Puede ser innecesario (que lo es) y bien podría haber tenido más valor de haberse presentado con otro nombre o como homenaje al género de las casas encantadas como lo hiciera en su día la magnífica La cabaña en el bosque, pero la marca es la marca y no dejamos de estar ante un remake bien actualizado, que visto lo visto últimamente, es más de lo que cabría esperar de ella.
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