viernes, 31 de julio de 2015

Cine Geek

La cantidad de cine francés que llega a las pantallas españolas puede parecer mínima, incluso viviendo en Madrid o Barcelona, pero cada año se estrenan docenas de películas provenientes del país vecino en nuestras salas más alternativas. Este es el caso de Unos días para recordar (Jean Becker, 2014), una comedia francesa que empieza con nuestro protagonista siendo lanzado al Sena desde un puente de París y teniendo que pasar un largo tiempo en el hospital. Amargado y solitario, allí tendrá que tratar con enfermeras, limpiadoras y otros pacientes mientras el investigador de la policía le informa de los avances que realizan en resolver cómo se originó su caso.

Unos días para recordar

Existen películas difíciles de clasificar dentro de un género en concreto, y en el caso del cine francés, quizá por su temática y sus personajes, algo más realistas que los de Hollywood, a veces resulta especialmente difícil demarcar los límites de qué es comedia, qué es drama y qué se ha metido en una de las dos categorías por mero descarte. Unos días para recordar es una de esas películas que vagamente roza la comedia pero no llega en ningún punto a ser drama. La trama nos presenta a un personaje principal hastiado de la vida, gruñón, amargado y solitario y, por tanto, el principio sigue un poco sus pasos, transmitiéndonos su estado de ánimo con una lentitud que hace que aborrezcamos los primeros e importantísimos minutos de metraje. Por suerte, como el ánimo del protagonista, la película se va aligerando con el contacto con los secundarios y el desarrollo de la historia, salvándola (por bien poco) de ser una película realmente mediocre y dejándola en simplemente insuficiente.

La construcción de los personajes, como en otras tantas películas, resulta más bien un esbozo, sobre todo en el caso de los secundarios, que pasan por la pantalla como meros apoyos para que el protagonista nos deleite con algo diferente a su ceño fruncido. La forma en que algunos se mantienen en contacto con él, no tratándose de un personaje especialmente amable ni sociable, resulta en demasiados casos forzada hasta decir basta. Además, convertirle en pieza clave de las vidas de tantas personas diferentes resulta un error a la hora de dotar a la cinta de un mínimo de credibilidad.

Unos días para recordar

Lo que sí hay que decir en favor de la cinta es que la trama, si bien empieza floja, va desarrollándose por diversos frentes hasta llegar al desenlace de la historia de cómo el protagonista terminó arrojado al Sena, cada vez con más detalles y más recuerdos pasados que nos ayudan a conocer el contexto de este hombre un poco más. El desenlace, el motivo que lo lleva finalmente al río y al hospital es, sin duda, inesperado pero funciona, resulta aceptablemente creíble y da un toque de frescor a esa historia tan floja (y a esos títulos de crédito finales que quizá sean lo más gracioso de toda la producción). Por desgracia, esta es la única parte realmente interesante de todo el argumento y tampoco tiene un papel realmente central. Es solo una pieza más del rompecabezas, no demasiado bonito, que se nos presenta y que parece estar formado a base de jirones de historias que no acaban de tener relación real entre sí. La subtrama de la adolescente es más bien insulsa, la resolución de la de la enfermera está forzada hasta decir basta y la trama completa del investigador de la policía es, sin duda, la más cogida con pinzas de toda la película.

En general, Unos días para recordar es una cinta floja y que pasará por las pequeñas salas sin causar la más mínima impresión a los espectadores que, en caso de salir con una sonrisa de la sala, solo lo harán por la resolución del misterio. Y por el otro acierto del filme: su duración de menos de 80 minutos.

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