sábado, 13 de febrero de 2016

Cine Geek

En el año 2001, con el estreno de Zoolander, Ben Stiller dio vida a una sátira en forma de comedia que, a través del absurdo, ponía de manifiesto precisamente la gran cantidad de sinsentidos que caracterizan al despiadado mundo de la moda y a su industria. Si por algo se caracterizaba es por ser la película con mayor número de cameos hechos para el cine, comenzando por el propio director como protagonista principal de la historia.

Zoolander 2 es una secuela de cameos y referencias a Star Wars tan ligada a su antecesora que quien no la haya visto puede sentirse muy perdido en la mayoría de las escenas, porque el guion es prácticamente una rememoración, cuando no una copia, de lo sucedido anteriormente.

En esta ocasión, Dereck Zoolander, tras diez años de retiro forzoso, vuelve a la pasarela con el objetivo de dar una imagen de ciudadano productivo para la sociedad y recuperar a su hijo, del que ha perdido la custodia por no ser capaz de cuidar bien de él. Una vez más, su vuelta a los desfiles está relacionada con oscuros planes y conflictos de intereses que van dejando varios muertos por el camino, todos ellos pertenecientes al grupo de la gente guapa y famosa. La investigación de dichas muertes queda a cargo de Valentina (Penélope Cruz), policía de la moda para la Interpol. Dereck colaborará con ella junto a su amigo Hansel (Owen Wilson), que además le ayudará en la tarea de recuperar a su hijo.

Es curioso cómo en el argumento está presente la rapidez con la que las cosas y las personas pierden su relevancia; el mundo cambia radicalmente y lo que antes estaba en boga deja de estarlo y pasamos a otra cosa. En la película se hace mención a redes sociales y aplicaciones que prácticamente todo el mundo utiliza en la actualidad, pero que tal vez queden obsoletas, dejando de hacer gracia a las generaciones futuras que no podrán entender un chiste sobre Instagram porque nadie sabe qué nos deparará el futuro y la aplicación puede haber desparecido para entonces.

El hecho de que el grueso de la historia se desarrolle en Europa, más concretamente en Italia, y la elección de Penélope Cruz para uno de los papeles principales no parece precisamente casual. Aunque da la sensación de que España y la zona mediterránea son lo mismo para el director, y además se produce una especie de mezcolanza entre palabras en italiano, español e inglés. La sonoridad de nuestro idioma se ha puesto de moda en EE. UU. En contraposición, escuchar a una actriz española pronunciar Albacete con acento americano no tiene precio, aunque el uso de palabras y expresiones españolas no contará con la diferenciación de la versión original en la versión de doblaje.

En conclusión, tenemos ante nosotros una comedia ligera, con situaciones de humor algo forzadas en ocasiones, dirigida a aquellas personas a las que les gustó la primera parte y quieren volver a ver a los personajes en acción para poder reír desenfadadamente durante los 100 minutos de duración.

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