Norma editorial lanza la 3ª edición de ‘El asesino de Green River’ premio Eisner 2012 a la mejor obra basada en hechos reales
A mediados de los ochenta el asesino en serie Ted Bundy ya había sido condenado a muerte, y pasaba los últimos años de su vida intentando retrasar el momento de conocer a Old Sparky. Rellenó multitud de apelaciones, confesó algunos de los crímenes para ayudar a las familias de las desaparecidas a encontrar una forma de curar heridas abiertas, y finalmente, se consideró a sí mismo demasiado valioso como para ser desperdiciado. Consideró que una mente como la suya y la suma de todas sus experiencias le convertían (no sin razón) en alguien muy importante para la policía, e incluso llegó a ofrecerse como asesor para ayudar a capturar a otros asesinos en serie que andaban sueltos por los Estados Unidos plagando los pantanos de víctimas. Esta idea que nos recuerda mucho a lo que más tarde se plasmaría en Mindhunter o El Silencio de los Corderos surgió con Bundy interesado por los crímenes del llamado ‘Asesino de Green River’, que en aquellos momentos estaba en activo y a quien responsabilizaban de más de treinta muertes. Las víctimas eran todas prostitutas que aparecían en grupos y con señales de haber sido estranguladas, pero nunca había suficientes pistas como para atrapar al autor. Buscando no ayudar, sino conseguir algo de tiempo para salvar sus propio pellejo, Bundy aportó una serie de pistas que ayudaron a entender a Gary Leon Ridgway.
Algunos dicen que Bundy también sentía celos de Ridgway, ya que en las prisiones había una competición por ver quién había acumulado el mayor número de víctimas. Ridgway, que no fue detenido hasta 2001 (cuando Ted ya hacía mucho que había abandonado este mundo), no solo superaba al propio Bundy, sino que jugaba en su mismo patio de recreo y puede que sus caminos se cruzaran sin saberlo en alguna ocasión. Sin embargo, la edad dorada de los asesinos en serie parece haber acabado, y aquellos que cometieron los crímenes después de los setenta no disfrutan del mismo nivel de fama que John Wayne Gacy o Jeffrey Dahmer. A pesar de su brutalidad, Ridgway no tiene tanto carisma como otros profesionales en su área, y ese es el principal detalle que sacamos en claro del cómic El Asesino de Green River. La novela gráfica está escrita por Jeff Jensen, hijo del detective que siguió los pasos de Ridgway hasta poder no solo detenerle, sino procesarle por todas las muertes. La historia sigue a Tom Jensen con detalle a lo largo de su vida, con enormes saltos temporales que nos llevan a las noches en las que el asesino usaba a su hijo pequeño para hacer subir a las prostitutas a su furgoneta, y también a su etapa de prisionero ayudando a la policía a encontrar los cadáveres. Con un toque muy realista y un dibujo muy sobrio, lo que nos encontramos es una profunda falta de emoción en la historia, quizá porque se trata de un reportaje periodístico más que una obra de ficción, o también porque el rostro plano de Ridgway y su pequeño bigote apenas muestran emociones.
En El asesino de Green River se desmitifica la figura del monstruo y se nos presenta como un aburrido trabajo burocrático conseguir probar lo que todos ya sabemos. No hay mucho misterio, al contrario que otras obras del mismo género, donde no conocemos la identidad del asesino hasta el final. Desde las primeras viñetas (muy celebradas por Stephen King, como dice la cubierta) vemos que Ridgway no tiene reparos en apuñalar a un niño solo para saber qué se siente al matar a alguien, sentimientos que fueron aumentando con el paso de los años.
Ridgway no es interesante, pero aun así el cómic le convierte en un secundario de su propia historia, haciendo que el clímax se alcance cuando Jensen por fin puede preguntarle al asesino, tras veinte años de persecución, por qué hizo todo eso. En ese momento tenemos el detalle más interesante del cómic, cuando al derrumbarse Ridgway, vemos su foto familiar salpicada de sangre, como si la fachada que proyectó a todo el mundo se viniese abajo, y finalmente emergiese el monstruo.
‘El Asesino de Green River’ no nos adentra tanto en la psicología de un asesino en serie como Mi Amigo Dahmer, y aunque su estilo de dibujo es más adulto y limpio, también peca un poco de inexpresividad. Sin embargo, es una buena forma de entender el trabajo de los detectives que trabajaron en el caso durante tanto tiempo, y cómo afectó a sus vidas.
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