miércoles, 1 de julio de 2015

Réquiem por el Cine

El Cine, como todas las artes, desde sus inicios forma parte inseparable de la esencia humana

Un aliento exhalado desde las profundidades del alma que empaña con imágenes y ruido una pantalla negra. Así se concebía, se producía, se visionaba, como algo inherente a las emociones y a todo lo que conforma la existencia humana. Un ejercicio de autorreflexión, de posicionamiento del hombre en el mundo y de las cosas del mundo en el hombre. Filmografías que sirven para comprendernos, para conocernos a nosotros mismos a través de unos actores que nos encarnan a todos. Ya sea por medio de la mera diversión, del humor inocente, de las ideas más profundas y complejas o de las historias más emotivas, las grandes películas solían emanar humanidad por todos sus poros.

club de la lucha

Pero el Cine, como todas las artes, como nosotros y como el mundo, ha cambiado mucho con el tiempo. El celuloide se ha ido desprendiendo de todo aquello que lo convertía en un fenómeno único de representación del ser humano, además de haber perdido grandes dosis de creatividad genuina. Esto último es consecuencia directa del paso del tiempo: ya se han contado todas las historiasNo existe ninguna historia nueva que el cine nos pueda ofrecer, solo las mismas, contadas de diferente manera. Ahí yace el único recoveco de la actualidad reservado para un cine de calidad y exitoso a la vez: en saber contar la misma historia de una forma apasionante para el espectador y sobresaliente en la técnica. Pero el paso del tiempo no justifica que el Cine más humano, el más expresivo (y en muchos casos, coincidencia o no, el de mejor calidad) haya quedado enclaustrado en un plano menor, pendiente del hilo de las pequeñas producciones ajenas a las grandes empresas cinematográficas que tiranizan la cartelera a base de talonario.

Es conocido el tópico de ‘saber de dónde venimos para conocer adónde vamos’ y nos viene de perlas recordarlo

Puede ser imprescindible en la vida de cualquier persona con un mínimo de inquietudes culturales el conocimiento de algunas fases clave de la trayectoria de aquel arte que sea de su interés. En el caso del Cine: conocer películas imperdibles de décadas anteriores. Es la forma óptima de poder valorar desde la perspectiva más completa las obras actuales. Es posible que cuanto mayor sea el conocimiento de la historia del Cine, más precisa será la percepción de la Cinematografía actual. Ya no se hacen películas mudas ni en blanco y negro (por lo menos no a causa de falta de tecnología) un problema para los nostálgicos de la estética pero no así para los que aprecian la pérdida de una poderosa carga de emotividad y fuerza en las historias. Porque esa ha sido la gran pérdida.

Érase un tiempo donde los directores eran guionistas y en muchos casos hasta sus propios protagonistas, donde las historias nacían y se hacían en las mentes privilegiadas de sus creadores y no estaban determinadas por una serie de papeles impresos, donde el producto cinematográfico era un todo, una joya tallada de manera uniforme. Charlie Chaplin era capaz de humedecer los ojos de los espectadores sin abrir la boca; Ingmar Bergman te llevaba de viaje por las miserias humanas y te dejaba el estómago del revés; Orson Welles construía la perfección hecha película, con los ritmos, los momentos dramáticos, los planos… todo milimétricamente planeado para clavar al espectador en la butaca; Alfred Hitchock daba lecciones de cómo hacer una película de suspende en cada minuto de sus producciones; los directores de la Nouvelle Vague descubrían que lo simple también puede conmover y enamorar (cómo de bien vendría un poco de esta filosofía a algunas películas actuales). Hablamos de Cine con alma, Cine puro, que casi se puede tocar.

La tecnología avanzó al mismo tiempo que la economía, y llegaron los efectos especiales y las grandes producciones

El Capitalismo devoró a la pureza y escupió sus huesos. Las ideas se murieron de sed en un páramo de visualidad asfixiante. La artesanía se ahogó en el ansia de explotar la taquilla como si fuera una mina inagotable. Y llegaron las secuelas innecesarias, los remakes que destrozaban las versiones originales, las mismas historias una y otra vez, cambiando apenas los nombres de los personajes. El entretenimiento masivo arrasó a la reflexión. Y de esta metamorfosis profunda el cine de superhéroes bebió hasta erigirse imponente en el éxito económico. La falta de ideas se tradujo en las adaptaciones cinematográficas de cómics de forma masiva, algunas veces con mayor pericia que otras, dejándonos obras maestras del cine como la trilogía de ‘Batman’ de Christopher Nolan, macroproducciones que eran puro entretenimiento como ‘Los Vengadores’ de Marvel, y otros filmes volátiles (‘El Hombre de Acero’ 2013) o directamente desastrosos (‘Linterna Verde’ 2011)


Las grandes productoras han visto un filón en los superhéroes y no parecen dispuestas a dejarlo pasar. Así se explica la saturación extrema que vivimos -y que nos queda por vivir- de películas de superhéroes; ¿y luego qué? en una horquilla de menos de diez años se van a quemar todos los superhéroes pasando por la gran pantalla como si pasaran por una combustión espontánea. ¿Qué será de Batman o de Ironman dentro de 50 años? ya no servirá la fórmula de contar la misma historia pero con abrumadores efectos especiales.

Las películas más taquilleras suelen ser de contenido vacuo. Es admirable un film visualmente impecable y que proporcione un entretenimiento frenético, pero se convierte en desproporcionado en el momento en que las ideas pierden fuerza y se envuelve todo en una atmósfera de efectos especiales que parecen maquillar los huecos de la trama.

El Cine evoluciona pero nunca muere

¿Y por qué la gente se ha acomodado en el cine de fuegos artificiales, en las mismas historias una y otra vez? sagas que van por la quinta entrega, trilogías que se convierten en tríos de trilogías… puede que para muchos jóvenes sea el único cine que conozcan, pero existe un confort general producido por la predictibilidad de la historia conocida, una aversión a lo desconocido, a todo aquello que haga reflexionar, pensar o simplemente sea nuevo, de la cual, sin embargo, son responsables las productoras y compañías más que los propios espectadores.

En el mundo del superhéroe Dinero, lo material, lo superfluo y superficial imponen sus criterios hasta en el cine. Las ideas viven una crisis pero hay esperanza. Aún se cuentan historias por las que merece la pena pagar y seguro que seguirá siendo así por mucho tiempo. Si estos últimos años hemos tenido que soportar bodrios que han sido injustamente taquilleros, también hemos podido deleitarnos con el Cine más puro (mención especial a ‘Ida’2013) y con películas que realmente son un todo, como ‘Interestellar’ (2014). La ola gris no cesa en el cine, creciendo proporcionalmente a su éxito económico, pero las buenas ideas siempre brillarán con la suficiente fuerza para no ser eclipsadas por nada, para evitar un Réquiem por el Cine.

 

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