Cuando un director de cine se sienta en su sillón a pensar sobre qué tema va a hacer su próxima película y de repente se le enciende una lucecita con la solución («Ya está: ¡policías y carteles de la droga en México!»), en ese momento muere un gatito.
Bromas aparte, la película Sicario, de Denis Villeneuve, es una de tantas películas sobre el mismo tema, explotado hasta la saciedad, con un matiz diferenciador que tiene un cierto grado de interés pero que no termina de cuajar del todo. Se intenta mostrar el funcionamiento interno de las fuerzas de la ley y el orden, con sus pros, sus contras y los métodos poco ortodoxos dependiendo de las fronteras y las jurisdicciones, que deben utilizarse cuando se trata de la lucha contra la mafia de la droga. La manera en que vive una agente del FBI (Emily Blunt), novata pero brillante, su trabajo desde dentro y como este la va minando, tras aceptar una misión junto a un agente (Benicio del Toro), que hace uso de metodologías éticamente cuestionables, para capturar al líder del mayor cartel de la droga en una ciudad mexicana.
El problema es que no se llega a conclusiones en profundidad, todo queda en un intento pretencioso de hacer algo diferente para concluir con lo mismo de siempre, y a esto hay que añadirle que en ciertas ocasiones cuesta seguir el argumento porque no está bien hilado.
Algunos de los personajes son prescindibles, como es el caso del amigo de la protagonista, que no pinta prácticamente nada. Las actuaciones en general son bastante planas, no transmiten ni frío ni calor y se hace palpable cierta ausencia de emotividad.
Las escenas de acción y la violencia mostradas sí están a la altura de las expectativas, en base a lo que se puede esperar en este tipo de películas, y estéticamente son interesantes algunos efectos visuales como los planos de visión nocturna en la operación final, que ayudan a mantener la tensión en el espectador.
Para concluir, el hecho de que no quede clara, hasta el último momento, cuál es realmente la función de la protagonista no ayuda mucho, porque resulta verdaderamente decepcionante llegar a comprender el motivo después de soportar las dos horas de metraje. Utilizo el verbo soportar porque es el más indicado para referirse al visionado del film en cuestión. En otras ocasiones se podría utilizar disfrutar o simplemente ver, pero en este caso hay que hacer un esfuerzo para quedarse sentado en la butaca sin marcharse.
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