‘Los mitos de Cthulhu’ de Esteban Maroto. El horror cósmico que llega del pasado
Tras mucho tiempo perdidos en manos de editores y editoriales, de haber sido recortado y maltratado, los relatos sobre los textos de H.P. Lovecraft que Esteban Maroto adaptaba en los años 80, ven la luz en una edición completa y fiel al arte original. Una visión diferente, menos elegante, más grotesca y llena de deformidad de la que se encuentra en la mitología cósmica del autor de Providence.
La obsesión por lo desconocido, por algo superior y más poderoso que lo imaginable, ha estado presente en la historia de la humanidad desde que salieron de las cuevas. Algunos autores supieron plasmarlo en el papel, en el celuloide, en el lienzo, y entre ellos estaba uno de los grandes maestros del terror, un hombre débil, un hombre enfermizo, que creía que la realidad existía para evitar que el hombre se volviera loco ante el vacio de la existencia, y de los horrores que dominaban ese cosmos desconocido y oscuro. Era Howard P Lovecraft, el hombre que se proclamo la encarnación de Providence.
Aunque su obra escrita no es tan extensa como se pueda creer, dejo huella en tantos autores literarios que su imagen se proyecta larga en el tiempo. No todos llegaron a su capacidad de horrorizar en entornos cotidianos e inocentes, de soñar con ciudades monstruosas e inhumanas, o de relatar las conquistas de razas de rasgos más allá de lo lógico. Pero su visión de la vida, del universo, de la realidad, inspiró mundos de horror y fantasía que aún perduran. La más reciente obra del genial autor inglés Alan Moore, Providence, recrea esos sentimientos y sensaciones. Pero no ha sido, ni será, el ultimo en traer al papel esas imágenes obsesivas y monstruosas, gibosas, pedunculares, tentaculares, con cuerpos de batracio y escamas, otros lo hicieron, y entre ellos e cuenta el español Esteban Maroto, que dejó su visión del universo lovecraftiano en unos pocos relatos, pero con una vista nueva a los mitos de aquel que no está muerto porque duerme, y algún día levantara de debajo de las aguas, Cthulhu.
Los tres relatos que adapta Maroto pertenecen a lo que posteriormente a la muerte de Lovecraft se llamaron Los Mitos De Cthulhu o el Ciclo de Cthulhu: La Ciudad sin nombre, el Ceremonial y la Llamada de Cthulhu. Aunque anteriormente se colorearon, esta ediciónen blanco y negro resulta más poderosa, mas solida, ganando muchos enteros respecto al color que restaba meritos al arte de Maroto.El primero es muy cercano a textos de Edgar Allan Pe, autor idolatrado por el escritor de Providence, en el que acompañamos a un explorador en su choque con lo desconocido. Un ejemplo grafico del tratamiento de Lovecraft de los oscuro y maldito, del terror basado en que el hombre no es nada, impotente a nivel universal, Maroto llena de sombras la ciudad perdida pero deja al protagonista siempre iluminado, siendo la luz que entra en la realidad, y descubre el horro, criaturas vistas sólo ligeramente, y un horror indefinido y temible esperan al curioso viajero.
El Ceremonial responde mucho más a la estructura de las historias cortas de Maroto, incluso se permite añadir una escena semierotica tan de su gusto que no existía en el texto original. Es en La Llamada de Cthullu donde el artista se explaya, ya sea por su duración o por su longitud como relato. La historia es en realidad un relato de varios acontecimientos relacionados, que van in crescendo hasta que llegan al punto álgido para el narrador, que es a la vez el protagonista, el momento en el que descubre que los escritos de su tío, legados a él tras su fallecimiento, esconden un secreto que podría acabar con la fe de la humanidad en una realidad que creen solida y dominada. Es en esta tercera adaptación dónde Maroto se deja llevar por su pasión, y desarrolla un Cthullu diferente a todos los vistos, dónde el ceremonial está lleno de violencia sin que se ejecuten actos sanguinarios, donde el terror se esconde en las manchas negras de sus pinceles, y es guiada por sus líneas. El artista es capaz de articular el horro de un sueño en imágenes, y del amargo recuerdo del marino fallecido en ilustraciones poderosas y detalladas. El dios primigenio que despierta, está lejos de otros, la descripción de Lovecraft, toma aquí una nueva vida, con una forma llena de horror, más deforme, horrenda, menos humanoide, menos cercana a nuestra idea de una gárgola con rostro tentacular y más relacionada con una masa llena de pedúnculos engarfiados que arrancarían la carne de los huesos sin dificultad. Si el dibujo es colosal, y su despliegue narrativo clásico y bello, los textos son casi literalmente los del original, por lo que pueden resultar un poco pesados, al no existir dialogo alguno la soltura del ritmo recae en el dibujo y a veces se entorpece en la palabra.
Brillante trabajo el de Planeta Cómic recuperando esta antología que llevaba mucho tiempo desaparecida, y que realza la imagen de un autor que demasiado tiempo ha destacado sólo como dibujante de bárbaros musculosos y princesas semidesnudas.
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