Durante los años 40 y 50, el mundo estaba convulsionado. La Segunda Guerra Mundial llegaba a su fin, pero lo hacía dejando tras de sí un remanente de sucesos que marcaron a la sociedad estadounidense de la época debido al papel tan decisivo que jugó este país en el desenlace y posterior desarrollo de los acontecimientos en Europa y Asia. El choque entre el comunismo y el capitalismo desencadenaba otra nueva guerra, la Guerra Fría, que se libraba con una metodología diferente: era la guerra del miedo.
Daltom Trumbo fue uno de los que sufrió la lacra de habitar en medio de una comunidad consumida por la paranoia anticomunista. Uno de los 10 mejores guionistas en la época dorada de Hollywood pasaba a ser perseguido tras ser incluido en la temida Lista Negra por estar afiliado al partido comunista.
El director de cine Jay Roach nos habla en esta película de cómo, una vez más, la política, utilizada para servir a los fines de unos pocos, se inmiscuye pisoteando todo aquello que tenga que ver con la libertad de pensamiento y la creación artística, dando alas a un montón de ignorantes, asustados por una amenaza infundada, para amargar la existencia a aquellas personas que cuestionen un sistema que pretende manejar la vida de todos a su antojo.
Con Trumbo, interpretado por el genial Bryan Cranston (“Heisenberg” en la conocida serie Breaking Bad), lo consiguieron. Arruinaron su brillante carrera y tuvo que ingeniárselas para seguir trabajando en lo que amaba; bajo pseudónimos escribía durante jornadas agotadoras para sacar adelante a su familia.
Su esposa Cleo (Diane Lane) y sus hijos eran sus ayudantes en la tarea de guardar el secreto de quien escribía guiones posteriormente oscarizados y cuyas estatuillas, una vez concedidas, nadie se presentaba a reclamar. Con el tiempo comenzó a ser un secreto a voces, atrayendo a personalidades importantes como Kirk Douglas, que le encargó el guion de Espartaco, y Otto Preminger (Christian Berkel) con Éxodo. Ambos trabajos serán los que rescaten al guionista del exilio, devolviéndole poco a poco su identidad.
El parecido de Dean O´Gorman con Kirk Douglas en algunos momentos del metraje es tal que solo por la diferencia de edad se disipan las dudas respecto a si se trata del propio Douglas. Su actuación ha quedado muy lograda en las escenas en las que el actor sale revisando fragmentos reales de la película Espartaco.
Trumbo: La lista negra de Hollywood debe considerarse entre la lista de imprescindibles para los amantes del buen cine. El director ha sabido combinar momentos de gran carga emotiva con pequeñas dosis de humor y situaciones dramáticas. Además, Roach le regala al espectador algunas muestras del trabajo de documentación en el que se ha basado para mostrarnos al personaje de manera fidedigna que se pueden ver durante los créditos del final.
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