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No todos los días de la semana son iguales. No es lo mismo un viernes que un domingo, ni un lunes que un sábado… pero, ¿qué pasa con los miércoles? Pues los miércoles, nos explica Eduardo Noriega, es como si no existieran y lo que pasara ese día no fuera importante. Los miércoles no existen es una película escrita y dirigida por Peris Romano basada en una obra de teatro, también escrita y dirigida por él mismo, que lleva cinco temporadas en cartel en Madrid. Durante dos horas viajamos a diferentes miércoles entre 2010 y 2014 junto a Pablo, Mara, Hugo, César, Irene y Paula, y vemos cómo sus caminos se entrecruzan en un caos de estaciones y años, de vivencias sueltas que van encajando poco a poco sin un orden sistemático, como un verdadero puzle.

La historia transcurre entre escenas cortas de la vida de nuestros protagonistas mientras salen juntos, rompen, se conocen, se enamoran, se divorcian, se declaran. Esta autodefinida «dramedia» nos muestra todos los estadios del amor, desde la ilusión inicial de la primera chispa hasta el desaliento de la llama que se extingue por mucho que te esfuerces en intentar reavivarla. Estos miércoles encuentran un lugar para todos, todos podemos sentirnos identificados con alguno de esos momentos, y ese es su éxito, porque todos hemos dejado o hemos sido dejados, todos hemos sentido la química con una persona por primera vez, y eso es lo que transmite desde (casi) el primer momento.

En la película nos encontramos con algunos de los nombres más famosos del cine español actual: Inma Cuesta, a la que hemos visto en incontables comedias (románticas, sobre todo) en los últimos cinco años; Eduardo Noriega, que saltó a la fama con Tesis (Amenábar, 1996) y se ganó un nombre con Abre los ojos (Amenábar, 1997); Alexandra Jiménez, actual presentadora de El club de la comedia, y María León, a la que hemos visto recientemente en la regulera Rey Gitano, Carmina o revienta (Paco León, 2012) y en la serie Con el culo al aire (2012-2014). Con un plantel tan plagado de cómicos, y acostumbrados a Noriega en papeles total y absolutamente serios, la mezcla resulta algo extraña, ya que ni los cómicos hacen tanta comedia ni el papel de este último parece encajarle excesivamente bien, siendo demasiado superficial debido a su falta de protagonismo y a esa característica de historia corta. La realidad es que los actores hacen su trabajo y no lo hacen mal, pero no acaban de ser tan relevantes como para que realmente importe.

Cabe destacar dos cosas importantes, la música y la fotografía. La fotografía de la película es llamativa, cuidada y te atrapa desde el primer momento. Las escenas de Madrid te sitúan y te llevan por sus calles, centrándote en todo momento, y los planos principales de la historia aprovechan el espacio con maestría. La música juega un papel muy importante en la película, a veces cantada por los protagonistas, a veces por un grupo en la misma escena, sin llegar a convertirla en un musical y sin llegar a ser excesiva. La música, toda en español, habla de una generación, con canciones clásicas que la gente de entre 35 y 45 años recordará con cariño de su infancia y juventud. El único problema es que la gente menor se encuentra con un grupo de canciones que ni conoce ni necesariamente le gustarán especialmente y a quien probablemente le sobren un poco. Al menos, lo dicho, no dominan toda la película.

Los miércoles no existen es una película que no acaba de ser redonda: se nos presenta como una comedia ligera, llena de cómicos, pero con el paso del tiempo nos va quedando la sensación de que no acaba de ser tan graciosa como debería. Sin embargo, sí que es cierto que entretiene y que a aquellos que les gusten las historias en que los personajes se entrecruzan entre sí, les gustará, porque combina con máxima precisión ese factor y la sorpresa al ver como personajes que hemos conocido en diferentes relaciones de pareja estuvieron o estarán juntos en otro miércoles de la historia. Entretiene.

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