“Nunca estamos infinitamente lejos de aquellos a quienes odiamos. Por la misma razón, pues, nunca estamos estaremos absolutamente cerca de aquellos a quienes amamos”. Esa reflexión se encuentra en ‘La piel fría’ (‘La pell freda’ en catalán) de Albert Sánchez Piñol, su obra más universal y traducida –se tradujo a un total de 37 idiomas-.
‘La piel fría’ es un relato sobre la colonización, el odio, la xenofobia, el racismo, la dominación humana y el miedo a lo diferente, sobre la violencia machista y sobre las mismas relaciones humanas, tras aquella máxima que dice que el hombre es un lobo para el hombre. Éstas son las ideas que rondan esta historia, en la que su protagonista llega a una solitaria isla, alejada de la civilización, para realizar inútiles estudios meteorológicos sobre el viento de la zona. Allí se encontrará conviviendo con un farero y, tras su sorpresa inicial, con los ataques continuados de unos seres marinos, que intentan apoderarse del mismo faro.
La magia del libro no se encuentra en la defensa del faro ni en las batallas continuadas de los dos humanos contra las criaturas, sino en la relación que se establece entre ellos dos, sobre su descenso al infierno mental, sobre su deshumanización y sobre cómo observan y tratan al diferente. La clave está en una de esas criaturas (de piel fría) que vive con el farero, con quien mantiene relaciones sexuales a la par que la golpea y castiga continuamente. Ni sin mí, ni conmigo. De la mirada al distinto surge el racismo, el odio, el miedo, la duda, la sorpresa e incluso puede que el amor.
El director francés Xavier Gens tenía un gran proyecto entre manos con la adaptación cinematográfica de ‘La piel fría’, 15 años después de su publicación. Para su proyecto eligió a los actores protagonistas David Oakes, Ray Stevenson y Aura Garrido. Sánchez Piñol siguió de cerca el proceso de realización del filme. Sin embargo, el resultado de la película que se estrenó en el Festival de Sitges está muy lejos del espíritu de la novela y su trasfondo. Como representación visual del libro es muy acertada, eso es indudable, la isla, el faro, esos tonos azulados de la posproducción, los ataques de las criaturas, incluso éstas mismas que parecen una mezcla entre Gollum, Abraham Sapien ‘Abe’ (del universo Hellboy) y la nueva bestia de Guillermo del Toro en ‘Las formas del agua’.
A pesar de ello, el filme deja totalmente frío, como si detrás de cada cuadro y de cada plano sólo hubiera una concatenación de imágenes sin alma ni espíritu. Poco vemos de las emociones, las tensiones de fondo de los dos protagonistas ni de la tensión sexual generada por la criatura o, lo más importante, no se adentra en la idea de como un humano se puede enamorar de una criatura que a la par está maltratando. Hay mucho ruido eso sí, disparos, gritos y fuego, pero poco dramatismo de fondo.
Xavier Gens también terminó realizando una película con esa máxima tan hollywoodiense que divide el mundo entre buenos y malos, entre buenos muy buenos y malos súper malos. En la novela de Piñol los personajes se mueven en el mundo de los grises, en los cambios constantes e inesperados, algo que se echa de menos en la adaptación cinematográfica.
De ‘La piel fría’ se salva el envoltorio y la atmósfera, pero le falta alma, le falta espíritu, le falta representar uno de los grandes dramas de la humanidad, que Albert Sánchez Piñol supo representar en su libro con maestría.
Para leer el artículo completo sigue el enlace La frialdad de ‘La piel fría’
from Cinemascomics.com http://ift.tt/2y2Vy8L
via IFTTT
No hay comentarios:
Publicar un comentario