En el año 1984 varios héroes y villanos de Marvel Comics desaparecieron de sus diferentes colecciones, solo para re aparecer en las mismas al número siguiente pero habiendo sufrido cambios que para el lector eran inexplicables. Entre estos destacan dos, que Los Cuatro Fantásticos regresaran con Hulka en lugar de La Cosa, y que Spiderman apareciera llevando un elegante traje de color negro con una enorme araña blanca en el pecho.
Este último fue mucho más que un simple cambio estético, o un ardid para vender dos muñecos por el coste de fabricación de uno, fue el nacimiento de un personaje que iba a cambiar por siempre el universo arácnido y que todavía hoy sigue siendo una parte fuerte del mismo.
Y es que en ese viaje que hicieron entre números realmente transcurrieron las Secret Wars (las primeras, las buenas), en las que movidos por la entidad que se llamó El Todopoderoso, los héroes y villanos debían luchar para sobrevivir, y los vencedores verían cumplidos sus deseos. Es después de una batalla que Spiderman se acerca a lo que piensa que es una máquina de reconstrucción textil (¡Muérete de envidia, Zara!), que le da ese llamativo traje negro pero que en realidad es un simbionte que está intentando unirse a él.
Pasará tiempo hasta que todo esto se sepa, pero tras lograr librarse de él este encontrará refugio en el cuerpo de Eddie Brock. Un periodista que culpa al arácnido por su mala fortuna, que se une a un parásito furioso con la misma persona. Había nacido… Veneno.
Inolvidable bajo la visión artística de Todd McFarlane, con reminiscencias de Mike Zeck y su Kraven de La última cacería de Kraven (uno de mis cómic favoritos), y total quintaesencia de la larga lista de antihéroes oscuros y violentos que llenarán los tebeos de superhéroes de los ochenta y los noventa. Al igual que muchos de estos, como Thunderstrike o Máquina de Guerra, no deja de ser una versión más oscura del personaje original, lo que logró su rápido éxito pero también el rápido agotamiento de la fórmula ya que en realidad no había mucho por contar.
Era grande, musculoso, odiaba a Spiderman, intentaba terminar con él y sus familiares, y así una y otra vez, resultaba repetitivo. Pero a pesar de todo esto, siempre gozó de buena fama entre los lectores, al punto de que se le dio una vertiente heróica, se le introdujo en la serie de animación de los noventa (que tenéis que ver) y finalmente en 2007 en Spider-Man 3 interpretado por Topher Grace.
La cosa no salió muy bien. Es cierto que la cinta tiene sus momentos como la escena del colgante del Hombre de Arena (soberbio Thomas Haden Church), algunos planos dignos de ser recordados y que cierra en toda regla lo que se había abierto en 2002. Pero como ya habían advertido los Raimi a la productora, sus planes iban a destrozar la franquicia. Acertaron de pleno. Tanto que después se intentó hacer otra saga que tampoco terminó de funcionar (de todo esto os habla largo y tendido Julián Clemente en este libro).
Ahora, algo más de una década después, tras muchas idas y venidas, confirmaciones y cancelaciones, Tom Hardy se sube al carro de Veneno para darle vida en una nueva película en la que él es el único protagonista. Un filme de Sony en el que se asume que las referencias a Spiderman serán nulas ya que este ha sido cedido a Marvel Studios, quizá haya menciones o puede que a alguno de los anteriores proyectos, pero sobre esto dijeron Amy Pascal y Kevin Feige que cada cosa está en su propio universo.
Por fin hemos visto el aspecto de este nuevo Veneno, muy cercano al de los cómics pero que está haciendo temer a más de uno que en realidad apenas aparecerá en el filme. ¿Será durante gran parte del metraje poco más que una presencia de fondo, zarcillos y una voz que solo el protagonista podrá oír?
Se abre la ronda de apuestas.
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