En 2008 los estudios parecieron encontrar en Internet el medio definitivo para publicitar sus grandes éxitos, o dicho de otra manera, una forma de hacer publicidad sin gastarse ingentes cantidades de dinero en ello. Fueron El caballero oscuro (Christopher Nolan, 2008) y Monstruoso (Matt Reeves, 2008) las dos películas que hicieron uso de la llamada «publicidad viral» y poblaron la red de incontables páginas ficticias, puzzles y maneras variadas e ingeniosas que de una forma u otra fueron aumentando el hype de los fans hasta límites antes insospechados. Si bien la cinta del murciélago era mucho más grandilocuente y su publicidad estaba más enfocada a distraer al público durante la espera, la de Monstruoso (cuyo título original era Cloverfield) transgredió los límites de la publicidad en sí y pasó a ampliar el mundo de la película de forma que, cuando esta se estrenó, la sensación mayoritaria fue de decepción al no cumplir las expectativas que la cinta, apadrinada por J.J. Abrams en pleno apogeo de Perdidos, había creado en el imaginario colectivo. Ocho años más tarde nos llega Calle Cloverfield 10, de nuevo de una manera un tanto peculiar al no haberse sabido nada sobre ella hasta la aparición por sorpresa de su tráiler apenas dos meses antes del estreno de la película y cubierta por un halo de misterio que llama, como poco, la atención. ¿Qué es Calle Cloverfield 10? ¿Una secuela? ¿Una precuela? ¿Un spin-off?
La película arranca cuando Michelle (Mary Elizabeth Winstead) deja a su novio y se marcha de casa con la mala fortuna de sufrir un accidente de tráfico y acabar siendo encerrada bajo tierra por Howard (John Goodman), un lunático que cree que el mundo ha acabado y que el búnker en el que ahora habitan es el único lugar seguro que queda. Lo que en principio parece una locura salida de la mente del captor poco a poco ser irá revelando como algo no tan descabellado, pero la imposibilidad de salir al exterior junto a la extraña forma de ser de Howard harán que tanto Michelle como Emmett (John Gallagher Jr.) intenten averiguar qué es lo que realmente está pasando en la superficie al mismo tiempo que los tres individuos intentan coexistir bajo tierra, desarrollándose una trama de thriller psicológico con elementos terroríficos que recuerda, salvando las distancias, al Hitchcock de películas como Psicósis (1960) o La soga (1948). De esta forma, lo que en un principio fue conocido como The Cellar (nombre original del guion que en 2012 formó parte de la lista negra de mejores guiones no producidos), acaba convirtiéndose, según Abrams, en la «secuela consanguínea de Monstruoso», que salvo un par de elementos puntuales no guarda relación con su predecesora de 2008. Calle Cloverfield 10 no usa la cámara en mano ni el found footage y la acción durante el 90% de la cinta transcurre en un mismo espacio cerrado, lo que recuerda a aquella moda efímera de «películas en espacios pequeños» de hace unos años, con lo bueno y malo que eso conlleva, tal como la virtud a través de la carencia de presupuesto de que todo lo grandilocuente se deja a la imaginación y donde la sugestión de lo no visto alcanza un papel clave a la hora de desarrollar ese «exterior peligroso y hostil» como elemento amenazador omnipresente.
Sin embargo, el verdadero punto fuerte de la película radica en su trío protagonista y en los pequeños momentos que tienen los personajes para interactuar y desarrollarse. Ese elemento clave distancia a esta película de su predecesora y hace que los individuos que estás viendo en pantalla realmente te importen algo y no sean simples marionetas puestas al servicio de ese apocalipsis externo. Es más, ese ataque nuclear, biológico o extraterrestre pasa a importante bien poco cuando el verdadero peligro de la cinta no es otro que una persona, un individuo gigantesco e imponente tan convencido de que el mundo ha terminado que es capaz de pasar de amable protector a aterrador carcelero en cuestión de segundos y cuyas luces y sombras le otorgan un aspecto de criatura impredecible, de chiflado que tal vez pueda tener razón pero que no por ello resulta menos inquietante. En este punto es cuando el personaje de Michelle logra su desarrollo máximo al mostrar desde el principio esa rebeldía propia de una mujer luchadora que sin embargo ha pasado la mayor parte de su vida evitando conflictos y siendo defendida, menospreciada y «salvada» sin haberlo necesitado realmente, hasta el punto de haber sido encadenada bajo tierra al tiempo que no se le para de recordar que debería estar agradecida a su dudoso salvador.
Con Calle Cloverfield 10 nos encontramos con una cinta de terror psicológico más que con la clásica película de monstruos, y es más, la propia película advierte no en vano que «los monstruos tienen muchas formas» y se mantiene fiel a este principio en todo momento. Con un éxito rotundo de crítica y público y habiendo superado con creces su escaso presupuesto de 5 millones es de esperar que el universo Cloverfield se extienda más allá de esta tardía secuela. J.J. Abrams y su productora Bad Robot parecen haber dado en el clavo a la hora de reclutar nuevos talentos, como en este caso el primerizo Dan Trachtenberg, además de haber aprendido en estos ocho años que separan una cinta de la otra que más que grandilocuencia el público está hambriento de buenas historias, aunque sean pequeñas. Porque son esos monstruos, los que nos podemos encontrar en nuestro día a día, los que a todas luces parecen normales, los que de verdad nos quitan el sueño.
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